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En el Centro de Rehabilitación Femenino El Buen Pastor y el Centro de Rehabilitación Masculino de El Bosque, 654 internos e internas han encontrado con el trabajo de sus manos una manera y una esperanza de un futuro mejor al salir de reclusión, en una clara muestra de cómo estos centros penitenciarios, a través de programas productivos, vienen brindando segundas oportunidades a esta población privada de la libertad.
Manos Libres es un proyecto liderado por la Secretaría Distrital de Gobierno, el cual promociona la inclusión social, a través de la implementación de una ruta de atención integral dirigida a los pospenados de los centros de rehabilitación del Distrito de Barranquilla, permitiendo impulsar el empoderamiento, la productividad y la calidad de vida de esta población, apuntándole a la construcción de paz y a una ciudad más segura.
“Estas manos que en el pasado las utilicé para hacer cosas malas, hoy las utilizo para construir el sueño mío y el de mis hijos, todo gracias a Manos Libres. Con este programa me he dado cuenta de que mis manos están bendecidas y uno puede ser útil”, relata Sandra Alvarino, hoy toda una modista que solo tiene gratitud por la oportunidad que le han dado de cambiar su vida y la de su familia.
Según la secretaria de Gobierno, Jeniffer Villarreal, el proyecto lo que busca es apoyar a los internos que se encuentran dentro de estos centros carcelarios con proyectos productivos. “Queremos que cada uno utilice las habilidades que tiene para aprovecharlas en su proceso de resocialización y crecimiento. Queremos dignificar la vida de las personas que se encuentran en nuestros centros de rehabilitación, ayudarlos en esa reincorporación que van a tener a la sociedad”.
Manos libres en su proceso de resocialización trabaja diversos programas de capacitaciones. Ense trabaja en Peluquería, Arte y Música, Marroquinería, Modistería y Bisutería, además se cuenta con un programa de alfabetización y una completa biblioteca con 6.113 libros de todos los géneros, donde se trabaja el hábito por la lectura e incluso por la escritura.
“Este proceso de resocialización lo basamos en la disciplina, queremos que ellas en su proceso se sientan acompañadas, escuchadas, que es casi siempre lo que buscan y de pronto les ha faltado en su hogar y Manos libres es parte importante en ese proceso de cambio para ellas y que cuando salgan sean nuevas personas, y así marcamos diferencia frente a otros centros carcelarios”, indica la directora del Buen Pastor, Ofelia Díaz.
Por el lado del Centro de Rehabilitación Masculino el programa cuenta con apoyo del SENA y los internos se capacitan en proyectos productivos, como panadería, que son comercializados entre sus familias y amigos; un taller de ornamentación, de carpintería, una huerta, cuyos productos ya hacen parte de Mercado a tu barrio, un espacio avícola, un taller de reciclaje, elaboración de manillas y próximamente peluquería.
“Con Manos libres estamos fortaleciendo el nombre de rehabilitación, para que los internos puedan comercializar de mejor forma los productos que elaboran acá y dar una mayor oportunidad a nuestros internos de que sean resocializados. Hoy buscamos vender más, para que más internos se vinculen al programa y se puedan ayudar en su sustento y, lo más importante, que cuando ellos salgan tengan un arte, un oficio, para así servirle más a la sociedad y no delinquir más”, indica el coronel Javier Arias, director de este centro penitenciario.
Tejiendo hilos de fe
El Centro de Rehabilitación Femenino El Buen Pastor desde hace dos años trabaja de la mano con la Fundación Esperanza Tejiendo Hilos de Fe, con apoyo de la gestora social Silvana Puello y Secretaría de Gobierno. El 82 % de las internas hacen parte de Manos Libres a través 4 unidades productivas. Desde su implementación han logrado participar en 43 ferias en la ciudad.
“Cuando entrelazo hilos, hilos de fe como nosotros lo llamamos, dejamos nuestras emociones. Ahora siento que pasar por aquí no ha sido lo peor, este trabajo nos da esperanza de saber que podemos cambiar y no somos bandidas”, dice Diana Angulo, beneficiaria del programa de bisutería, quien agrega que cada vez que trabaja con sus manos, su mente y cuerpo están tranquilos.
Estos 654 internos privados de la libertad aseguran haber encontrado en Manos Libres un nuevo sentido a su vida y una forma digna de ser productiva, aportando económicamente a sus familias desde su condición de internos. “Cuando llegué todo era terrible para mí, todos los días lloraba, era frustrante. Con este proceso todo ha cambiado en mi vida, descubrí habilidades con mis manos que no sabía, las que aplicaré cuando salga de aquí”, asegura Elcira Salcedo, del taller de marroquinería.
Tomado Alcaldía de Barranquilla